En Sunken Treasure, el dvd que documenta la gira acústica de Jeff Tweedy en 2006, podemos ver al líder de Wilco preguntar a parte del público por qué han pagado dinero por un concierto que no debe interesarsles demasiado, pues se lo pasan hablando de principio a fin. Desgracidamente el absurdo de esa situación, que no conoce fronteras, lejos de ser anecdótico se ha convertido en costumbre, hasta tal punto que uno ya no se acerca a una sala esperando que la banda este bien ecualizada sino conformándose con que no le toque un grupo de cotorras al lado. Pero por suerte no sólo de postureo vive el público, y el que llenó el pasado martes, 30 de noviembre, la sala Costello lo hizo con respeto y muchas ganas de disfrutar de unas canciones de Pájaro Sunrise y Amigos Imaginarios que al calor del cariño y la complicidad del personal sonaron aún más redondas que de costumbre. Y es que alguna ventaja debe tener no ser portada de Rockdelux.

Abrió Yuri Méndez a eso de las 9:30 sin más ropaje que una guitarra y esa cálida voz suya que a ratos recuerda a un Ray Lamontagne susurrante y que dio la talla pese al catarro que reconoció tener. Aprovechó la desnudez del formato para presentar algunas canciones nuevas que mostraron  el buen gusto con el que  aborda el folk y el pop norteamericano. A los cuatro o cinco temas se le unió en el escenario Ester Rodríguez dando brillo con sus coros a la preciosa Done y más tarde hicieron lo propio el resto de los Imaginarios (a excepción de Santi) para repasar algunas de las mejores canciones de los dos discos de Pájaro Sunrise como Kinda fantastic, Sunday Morning birds o Move along y cerrar con el mejor nexo posible entre las dos bandas: una resultona versión del Jesus etc de los Wilco que Santi Campos no quiso perderse.

Con Yuri ya en el camerino y la maquinaria más que engrasada Santi y los suyos abrieron su set con  Tres Veces Tiempo, única concesión a sus anteriores trabajos en un concierto centrado en el repertorio de Muñecas Rusas (Rock Indiana 2010) con la inclusión de algunas canciones nuevas. De estas merece la pena destacar Manual De Atoayuda y Combustion Espontánea, muestra de orfebrería pop acústico y pelotazo soul inspirado en el último disco de los Black Keys respectivamente, que nos dejaron con la boca hecha agua esperando el siguiente disco y constataron  el talento compositivo de Santi Campos. Al cabo de unos cincuenta minutos, cerraron con una emotiva versión de Cleopatra, Reina de África (estribillo final a capela coreado por el público) y volvieron al escenario, regateandole minutos al programador de la sala, para despedirse con Un Poco Más Feliz y Canción Del Frío, probando lo redondo de un directo que, desde el virtuosismo del teclado de Charlie Bautista a las impagables voces de Ester, pasando por la contundencia de la sección rítmica de Jesús Montes y Sebastian Giudice, derrocha una solvencia nada imaginaria.

Pepe Calderón