SLASH: LA AUTOBIOGRAFÍA. ES POP EDICIONES.1ªEDICIÓN EN CASTELLANO-MARZO 2011

Dando una vuelta por la librería en busca de la mejor réplica posible de la que había oído hablar a “El ruido Eterno” de Alex Ross, impecable obra que retrata el panorama musical centrado en los clásicos y vanguardistas a lo largo del siglo XX y cuyo nombre reservo para mejor ocasión, me topo de frente con el careto de ese tipo tan familiar, y que tanto me intrigó, enamoró e impactó como a tantos otros preadolescentes nada más comenzar los noventa.

¿Por que cambiar una lectura francamente formativa y hasta cierto punto, y por que no decirlo, inteletualoide por otra de cierto tufillo a clearasil o a puro “cash”?

Los tiempos de la primaria pesan y mucho, y creo que no solo a mí se me tuerza el culo por conocer más y más acerca de esa enigmática figura sin rostro lo que en su día fue el último cool y autodestructivo guitar-hero para las masas ,aunque al menos yo en aquel tiempo no tuviera ni puñetera idea. Ni falta que me hacía.

A pesar de que su diabólica foto en el forro de la tapa acompañada de una pero que muy fanfarrona cita echa para atrás, no queda más remedio que liarse la manta a la cabeza, soltar los treinta machacantes y salir corriendo sin mirar atrás en una política de tierra quemada que ni los rusos podrían igualar.

Y por tutatis que merece la pena no cabiendo un ápice de arrepentimiento pues esta autobiografía se muestra ágil, divertida y como el propio Slash comenta acerca de su vida –ha sido bastante entretenida-.

Saul Hudson (Hampstead, U.K. 1965) se recrea narrando a Anthony Bozza, un ex-redactor de la Rolling Stone en su edición norteamericana sus milagros y miserias con un comienzo que te pone en situación. –Desde los treinta y cinco llevo instalado un desfibrilador en el corazón-. El médico esputó –puedes vivir seis días o seis meses-Agüi.

Slash se retrata como un niño feliz en una familia de lo mas creativa y liberal recordando la impecable colección de discos de su padre, diseñador de carpetas para lps y la de ropa de su madre, creadora de moda para grandes estrellas de la época. Abandonando Inglaterra de manera temprana en busca de un lugar mas cálido y menos encorsetado donde la pareja pretendía y consiguió desarrollar sus talentos poniendo rumbo a un efervescente y disoluto Los Ángeles.

En aquella época nuestro espigado protagonista ya con granos se dedicaba a montar en BMX por Hollywood y competir con ésta la totalidad de su tiempo, pues según él, si se mete en algo, es de manera obsesiva. Hasta el fondo; cosa que como supondréis llevó a rajatabla.

Dejó la bici atrás ante el descubrimiento de Van Halen de la mano de Steve Adler su futuro compañero en Guns n Roses al que acompañaba al bajo, instrumento que envió poco más tarde a la funda tras la revelación que se produjo en su cabezota al escuchar por primera vez el “Jumpin jack flash” de los Stones a manos de un humilde profesor de música angelino similar a Juanito Tergal al cual acudió a tomar unas pocas lecciones, decantándose por el rock n roll y el blues más clásico y según los demás chavales por todo lo chapado a la antigua.

Su siguiente paso versó en destrozar una copia del “Rocks” y el “Live Bootleg” de Aerosmith a base de imitar a Joe Perry entre cientos de riffs pertenecientes a uno de esos libros didácticos que todos tanto hemos sobado, en su caso titulado “How to play Rock guitar”, por supuesto mangado, pues en aquel tiempo de High School y según él era un consumado cleptómano.

Casualidades de la vida y entre los primeros escarceos con el alcohol conoce a Izzy Stradlin mediante ¡Un dibujo de Aerosmith! que este confeccionó en clase, escuchando también una de sus maquetas que ya incluían la voz de Axl. Quedo perplejo con ambos y de ahí entre encuentros y desencuentros, bandas y más bandas todos recabaron en lo que sería el núcleo fundamental de Guns n Roses.

Si el libro adolece de algo es precisamente de contenido meramente musical, pues las historias sobre drogas, féminas y más drogas hacen que “El incongruente” de Gómez de la Serna parezca un funcionario de ventanilla , encargándose éstas de reducir los comentarios sobre los métodos de grabación y equipos utilizados en sus primeras sesiones, los cuales podrían haber sido bastante más sabrosos.

En cuanto a todos esos cientos de escabrosas historias acerca de cómo se las apañaba para continuar con sus hábitos (sobre todo heroína, cocaína y jack daniel´s) y continuar con los cada vez más importantes y numerosos compromisos con GNR destacan anécdotas en giras con Alice Cooper, Metallica y finalmente sus héroes, Aerosmith. Coinciden en todas ellas los continuos retrasos de Axl por el cual confiesa, se le caía la cara de vergüenza frente a muchos de los que hoy sigue considerando sus ídolos.

Slash, muy crítico con el frontman desde el punto de vista de la seriedad y el compañerismo que necesitaba la banda en todo momento y por el cual Rose no mostraba ningún respeto, remarca, eso sí, muy positivamente toda la admiración por su talento y el cariño que en el fondo le profesaba. Acentúa por encima de todo que su proyecto estaba basado en la integridad y no en la caspa que recorría la escena musical californiana en aquella época, véase hair/glam rock y sucedáneos, no dando su brazo a torcer frente a la industria a pesar de las mil y una oportunidades que tuvieron al alcance en pos de un éxito rápido y autocomplaciente.

Gran parte del volumen versa acerca de su arranque como grupo y la edición e increíble salto (al cabo de casi dos años) de su “Appetite for destructión” pero también encontramos referencias muy interesantes a los métodos de composición de la banda, increíblemente rápidos e intuitivos. Axl se encargaba de completar en entramado en solitario frente a sintes y demás tecnologías entre horas y horas sin la presencia de los demás, dejando dos obras capitales como los “Use your Illusion” los cuales marcaron el início del fín en cuanto a quemazón creativo y vital.

Pasa de puntillas por “Spaghetti incident” aunque da un poco mas de tregua a proyectos posteriores como sus Slash Snakepit y Velvet Revolver ocupando estos apenas un cuarto del libro.

Slash se muestra humilde. Hasta el punto de disculparse por haber iniciado esta autobiografía antes de haber ni siquiera tocado la cincuentena, pero lo justifica por las continuas preguntas acerca de una posible reunión de la banda madre (la cual considera imposible) pues no habla con Rose desde hace quince años, objetivando algunas razones mas que pueden considerarse de peso confluyendo todas ellas en la necesidad de comenzar el resto de sus días tras el nacimiento de sus dos hijos y su estabilidad matrimonial con Perla, el amor de su vida.

En definitiva, un documento prescindible para cualquiera que no conociera el fenómeno, pero completamente fundamental para aquellos otros que ya no cumplen los treinta y disfrutaron de todos aquellos escándalos y leyendas urbana pasto de kerrang  antes de que ni siquiera se hubiera intuído la palabra “independiente” o “alternativo” por estos lares. Todo ello, por supuesto contadas de primera mano por uno de sus protagonistas.

Miguel Ángel Ortiz

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