RINCONES SUCIOS: ÓSCAR WILDE

Esta semana La Casa con Ruedas inaugura nueva sección, Rincones Sucios, que nace con el objetivo de acercar a nuestros lectores el amor y la ilusión de jóvenes becarios obsesionados con todo aquello que entra por los oídos. Semana a semana traeremos un pequeño monográfico sobre un tema determinado que ira ligado a otras muchas cosas más. Todo ello a través de el podcast que también podrás escuchar a través de esta serie de posts.


Rincones Sucios, integrado dentro de la programación de El Rincón de la Radio, llega a esta web gracias a la labor de Enrique Gutiérrez, un zamorano que está acabando los estudios de periodismo en la Complutense. En el mundo de la radio ha sonado en Cadena SER (Radio Zamora) y en Onda Cero (programas Gente, Partiendo de Cero y Madrid en la Onda). También en Inforadio, presentando y dirigiendo el magazine diario La Mañana Indiscreta. Muchas gracias a Enrique y también a todo su equipo. Ana Sepúlveda hablará, junto con Jorge Ortega, del fin de la era del corsé y de Coco Channel en “Más que moda”. Se repasa también la relación del chocolate con el amor y unos premios muy particulares, los premios Ig Nobel, con Julia Sánchez. También hay deporte, Adrián Piñel contará los inicios del gran Mike Tyson.

Para que nos podamos situar pónganse unas patillas así como frondosas y que lleguen hasta la parte baja de la mandíbula, también bigote que rodee la boca, pero sin llegar a ser perilla y péinense con la raya a un lado. La corbata o el lazo tan apretada como a un muerto, las chaquetas ceñidas, las camisas de ese blanco que haga daño a la vista, pantalones rectos como una vara de medir y las botas que hagan un pelín de ruido al andar. Eso ellos. Ellas estarán encantadas con miriñaques, gasas, hombreras abombadas, sedas, peinados voluptuosos y larga pedrería. A  lo mejor no tan cómodas con los tacones que van a juego.

Para ambos sexos una disciplina al más puro estilo Rottenmeier, rigidez incluso en el andar, cabeza alta, frente ancha y desvergüenza muy muy corta. Si se visualizan ahora y colocan un fuerte acento, y orgullo, inglés se darán cuenta de que acabamos de llegar a la Inglaterra victoriana.

Concretamente nos encontramos en el año 1854, les explico, cinco años después nos llevaríamos el palo de que no llegamos aquí por generación espontánea, sino que venimos del mono; Darwin publicaría el origen de las especies. Lewis Carroll se dedicaba a hacerle fotos a niñas pequeñas, las señoritas ya leían  con orgullo y prejuicio, Inglaterra empezaba a exportar la segunda revolución industrial e Irlanda formaba parte de Reino Unido. Y allí fue, precisamente en la todavía no tierra de Joyce, cuando el 16 de octubre nació Oscar Wilde.

Niño rubio, cuervo negro

Lo primero que debieron hacerle, después del correspondiente azote en el culo, fue mirarle los oídos y la nariz, porque su padre era otorrinolaringólogo. Es probable que además su madre le dijera unos versos en voz baja, porque además de una convencida nacionalista irlandesa era poetisa.

Desde muy pequeño demostró una especial fluidez con el francés, pero también con el alemán, y fue educado en casa, como sus hermanos. El pequeño Oscar, que debía parecerse bastante a ese niño de El Gigante Egoísta, salió de casa a los once años para ingresar en la Portora Royal School, este centro renegaría años más tarde de él, en los años noventa del diecinueve, para después recuperar el nombre del escritor en los años treinta del siglo pasado.

Siete años pasó Wilde en este centro, y es aquí donde encontramos sus primeros escritos. Su hermana Isolda fallece en este periodo, lo que provocó que las musas bajaran por primera vez y él escribiera Requiescat. Aquí ya teníamos a un “protoesteta” de pelo largo rubio y sospechosamente cuidado. No sería por el color de su pelo sino por su cara más larga que  su abrigo que lo apodaron como “cuervo negro” cosa  que no creo que le hiciera mucha gracia, la verdad.

Los “Greats” (Platón y compañía)

Allá por 1872 se pasó al Trinity, se le hinchó la vena clásica y se puso a leer como un loco a Platón y esta gente. Tantas horas echó en la biblioteca que tres años más tarde ganó la medalla de oro de Berkeley gracias a su trabajo en griego antiguo sobre los poetas griegos.  En esta época empieza a adquirir popularidad en el mundillo académico, su tutor, John Pentland Mahaffy, se jactaba entonces de haber creado la personalidad de su pupilo.  No dudó, años más tarde, en decir que éste fue la única mancha en su currículum.

La verde Irlanda se le quedaba más que pequeña, por eso se larga a Oxford, donde vivió hasta 1878. Otra vez la muerte, esta vez la de su padre, le asalta fuera de casa, otra vez las musas bajan convocadas al sepelio y esta vez con premio el “Orford Newdigate Prize”, se le inviste Bachelor of Arts

Si quieres seguir sabiendo más. Escucha el programa completo pinchando aquí!

Rincones Sucios

 

 

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