EL MANUAL DE LAS BUENAS CANCIONES, LOS ÚLTIMOS BAÑISTAS EN MADRID

LOS ÚLTIMOS BAÑISTAS: 13ENE12- EL PERRO- MADRID

Un mal sonido no tapa una buena canción, del mismo modo que un mal final no tapa un buen amor.

Los Últimos Bañistas dieron el pasado 13 de enero un concierto en la sala madrileña El Perro de la parte de atrás del coche, y no habían pasado ni diez minutos cuando uno ya sabía que algo raro estaba sucediendo sobre el escenario. La voz se oía a malas penas y las guitarras se acoplaban las unas con las otras haciendo un ruido solo comparable al que escuchan los enamorados la noche de los cristales rotos, cuando, con pañuelos en las manos, tratan de limpiar unas heridas que en realidad se encuentran muy lejos de allí. Aún así, los herederos poperos de Kings of Convenience desplegaron una colección de temas, cada cual mejor que el anterior, que no dejó indiferente a un público entregado a la causa desde el primer momento.

Los chicos son de Murcia, pero eso no debe importar, como tampoco deben importar las palabras que se dicen a la persona que más quieres del mundo cuando ésta te pide un tiempo para pensar en Dios sabe qué y con que siniestras intenciones. Lo que sí debe importar, sin embargo, al menos para aquellos que empiezan en esto de la música, es conocer las reglas necesarias para hacer una buena canción. Yo recomiendo, si no las conocen, que les pregunten a Los Últimos Bañistas. Ellos tienen un manual con todas ellas.

Suena “El centro”, y con él, su punteo final que termina por convertirse en la cosa más importante dentro de las cosas menos importantes de lo que queda de noche. Después, uno mira el móvil y ve los mensajes que no llegan. Y piensa entonces en quien es la cosa más importante dentro de las cosas más importantes.

Uno agradece también el hecho de que la banda no incluya en su repertorio ninguna canción instrumental, pues, al final ocurre como cuando te vas a tomar un café con cualquier chica menos con la que te gusta, que al principio está bien, pero luego aburre.

Sin embargo, si hubiera que poner un pero al concierto (todos los que besamos a chicas por las noches ponemos un pero cuando evaluamos a todas con las que hemos estado últimamente y tratamos de elegir a la que llenará un hueco que en realidad ya está ocupado) sería que se echan de menos en directo las canciones con sabor a The Cult de los primeros tiempos, como “Viajes y Demonios”, o “Nada se para”, como se echa de menos siempre los primeros tiempos de todas las cosas.

El ruido final programado del concierto deja paso al ruido no programado que sale de los amplificadores de la sala. Pero ya sabéis lo que dicen. Un mal sonido no tapa una buena canción, del mismo modo que un mal final no tapa un buen amor.

Texto: P. A

Fotografías: MMC

 

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