Más medios y menos penurias. Así se podría resumir la filosofía que Cómo Vivir En El Campo, el grupo madrileño de indie-pop, ha adoptado en su primer disco homónimo. Se acabó el lo-fi.

Después de años de autosuficiencia, precariedad y grabaciones con cuatro pistas de cassette y microfonías “miserables”, este verano, Como Vivir En El Campo o lo que es lo mismo CVEEC (es el mismo grupo, aunque haya gente que los considere dos distintos), editaba su primer disco. Un trabajo homónimo que viene de la mano del joven sello madrileño Discos Calabaza y dónde la nueva filosofía de “más medios y menos penurias” se ha manifestado en forma de canciones elaboradas, el abandono del lo-fi y un mejor tratamiento de las voces: “Las anteriores grabaciones estaban hechas de una manera muy precaria, pero es verdad que tenían su punto y a la gente le gustaba ese sonido. No es que hayamos cambiado de tercio, pero decidimos que ya era hora de hacerlo todo un poco mejor, con más medios, con menos penurias. Hay que tener cuidado con esas cosas, la miseria es un vicio”, explica Pedro Arranz, voz de CVEEC. Pese a formarse en 2005, hasta hace un par de años, el grupo era prácticamente desconocido en la escena independiente madrileña, sin embargo fue a raíz de su aparición en el programa de radio ‘Aplasta tus gafas de pasta’, cuando todo empezó a cobrar sentido: “Esa fue la primera vez que sentí que había alguien ahí fuera y que esto podría ir más allá del círculo de amigos”. El próximo objetivo para seguir creciendo, bromea Arranz,  es una portada en Mondosonoro. En ese sentido, Arranz reflexiona sobre los medios de comunicación y la lucha indie-mainstream: “Ser indie no está reñido con que la gente te conozca. Aunque en realidad todo depende de lo que estés dispuesto a hacer para llegar a más gente. Lo que no se puede perder es la decencia y la dignidad”, aclara.

Como si de un disco de Led Zeppelin se tratase, la banda se presenta al resto de la humanidad con una portada (también disponible en formato vinilo) sin nombre, obra del artista Ignacio Hellín. “Si quieres saber de quién es el disco tienes que cogerlo, mirarlo, darle la vuelta. Es como una llamada”, apunta fascinado Pedro, y concluye: “Es agresivo y bonito a la vez”. Dos conceptos que, en realidad, pueden extrapolarse a sus canciones, surgidas de forma intuitiva, inmediata, que en ocasiones, como es el caso de ‘Escándalo en la playa’ y ‘Escándalo en la montaña’ se convierten en auténticas suites barrocas: “Son dos tragedias de amor. Musicalmente, una me llevó a la otra. Es el mismo loop de guitarra que suena ininterrumpidamente durante las dos canciones”.

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MMC

También puedes leer esta entrevista en la edición madrileña de MONDOSONORO