PETE TOWNSHEND – WHO I AM

No hay nadie más complejo que Pete Townshend. Su obra habla por él, pero una vez finiquitada la lectura de esta densa autobiografía que supera las quinientas páginas ratifico mi convencimiento en ello.

Tras su publicación allá en Octubre pasado (a día de hoy solo en el mercado anglo) aún no es posible encontrar apenas reviews ni tan siquiera entre la prensa de los hijos de la Gran Bretaña. Una de dos, o aún están releyéndola para encontrar toda la basura posible o realmente poco o nada importa ya a las nuevas generaciones lo que un casi septuagenario pueda contar. Supongo que era mas jugoso para los rotativos ensañarse con él tras su posible implicación en consumo de pederastia vía web que ahora preguntarse el porque de tal calumnia.

En “Who I Am” nuestro godfather favorito se muestra tal cual. Padre y marido desastroso y  mas cercano al desequilibrio mental que a la mesura que a estas alturas le proporcionaría su situación vital. Cosas de un genio.

Antes de destrozar bafles, este hijo de madre cantante y padre militar (aunque músico en la RAF) pasó las de Caín al lado de su abuelita. Una dulce señora que estaba mas al tanto de los conductores de autobús (debían ser los butaneros de la época) que de cuidar de su nieto, que sufría de un pánico constante debido al ajetreo de gente en casa, especialmente por la noche, y a la falta de cerrojos. Así, nuestro protagonista cree haber sido víctima de abusos sexuales en distintos momentos de su infancia. De esos polvos vienen estos lodos.

Tenaz, abandona el nido familiar apoyándose en su guitarra y sus molinillos (no muestra pudor en comentar que se los copió a Keith Richards) consiguiendo, no sin pocas penalidades y junto con sus grandes amigos Roger Daltrey y John Entwistle su ya mítica ascensión al estrellato pop allá por los sesenta, ilustrando nuestras consabidas ansiedades y crisis adolescentes como pocos lo han vuelto a recrear .

Pete comenta que jamás pensó que llegaría a igualarse en rango a Beatles o Stones. Pero una vez pasados Woostock o La Isla de Wight supo que el halo mítico que estos eventos proporcionaban su historia en la música iría mas allá. Escarceos con hombres y mujeres (no tiene reparo en reconocerse bisexual) aunque el libro denota que le va bastante mas el pescado, y en permanente lucha interna, dejó de conformarse con ajustarse al álbum como colección de cancioncillas, siempre rayando la locura en cada uno de sus nuevos, y ambiciosos proyectos.

Desmenuza una trilogía hasta hoy impoluta: Tommy, Quadrophenia (echar un vistazo a nuestra cobertura del pasado In-Edit Barcelona) y su frustrado Lifehouse (a posteriori Who´s next?, cuyo nombre por cierto, le pareció una mierda) cual cirujano, sacando a relucir cantidad de situaciones con las cuales tuvo que lidiar en solitario frente a la incomprensión de casi todos en la época.

Apasionante los relatos sobre su “Live at Leeds” y la fiereza que derrochaban los Who a lo largo de los 70´s. Su pobre esposa Karen tuvo que soportar lo suyo. Sexo extra-matrimonial  y alcohol a raudales hicieron que su matrimonio se tambalease en mas de una ocasión. El cachondo de Pete afirma haber dormido en el jardín unas cuantas veces (eso si, siempre en verano). También es realmente odioso en algunos momentos, especialmente al ver las tiernas cartas de sus hijas pidiéndole – Por favor papá queremos que vengas a dormir a casa como todos los padres- a las cuales hacía caso omiso, cosa que no hacía frente al iluminati índio de la época, Meher Baba, ante el cual Pete venía perdiendo el culo.

Pese a todas estas reprochables incongruencias, el Sr. Townshend se muestra sincero y altamente crítico consigo mismo. –Estaba mas ocupado en componer, escribir y cultivarme espiritualmente-, -en aquella época escuchaba música despierto, soñaba con música, incluso veía visiones a partir de las cuales componía-. Un tipo completamente absorbido y atacado por múltiples y potentes episodios maniaco-depresivos como consecuencia de su fervor creativo. Miles de anécdotas que hacen imaginártelo dentro de su propia “Arrebato” de Zulueta.

Los primeros ochenta, la muerte de Keith Moon y la posterior ruptura de los Who también marcaron el inicio de sus psicoterapias y demás formas de automedicación (basadas en su mayor parte en las bebidas espirituosas) además de su amistad con la escena Punk londinense, ante la cual se sentía querido y respetado, pero para la cual su sistema nervioso ya estaba demasiado pasado de rosca.

El resto es historia, discos en solitario con escasa acogida. Reuniones puntuales para grandes eventos benéficos (Véase Live Aid y similares pamplinas) y proyectos relacionados con el negocio editorial hicieron de nuestro Pedrito un tipo que prefería hacer otras cosas que volver a saltar al escenario, lo cual en muchas ocasiones le llegaba a provocar ganas de vomitar.

Pero llegaron los noventa, y su inclusión en el Rock n Roll Hall of  Fame y otro tipo de dudosas actividades, exceptuando el reinicio del proyecto “Lifehouse” hacen que grupos como Pearl Jam le reivindiquen. Famosa la curiosa costumbre de un aún desconocido Eddie Vedder de mandarle a Mr. Townshend una postal por cada día del padre antes de que nuestro protagonista nada supiera de ninguna banda de Seattle (anécdota obviada en el libro). En la parte negativa. La muerte de su queridísimo John Entwistle, la cual le deja tocado pero de la que osa soltar una realmente descacharrante anécdota sobre nuestro bajista favorito acaecida en la conversación con el taxista  que le recogió tras su funeral y que animándote a pescar el libro, me ahorro.

Bonito saber, que ya en 2006 Pete recuerda con mucho cariño haberse estrenado con The Who por primera vez en Madrid, y de cuyo concierto recuerda haber tocado la mejor guitarra de toda su carrera, para los dioses (así llama Pete a quienes disfrutan del show desde el gallinero). Un honor haber sido uno de esos dioses aquel día y un placer destripar detallitos como éste de los que en castellano no podremos disfrutar hasta que nuestros grandes editores patrios piensen mas en la traducción de lecturas especializadas y menos en estudios de mercado.

Miguel Ángel Ortiz

 

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