Al final del día, entre confesables quehaceres nocturnos, chanclas, valeriana y vasito de leche con galletas se coló por la ventana, robado por la brisa, algo así como el machacón soniquete de lo que parecía una ciudad en fiestas. Tómbolas, cochecitos y en medio a buen seguro lo que no parecía distar mucho de cualquier standard de verbena.

Nada más lejos de la realidad, pues a los pocos segundos discrimine una voz familiar. En medio minuto reconocí la fantástica “She” tras la cual volaron las babuchas, y apresuradamente me puse la camisa del revés antes de salir corriendo cual energúmeno neanderthalis siguiendo el ruido en lugar del fuego primigeneo recorriendo unos cuatro kilómetros hasta la fuente de sonido. Unos grandes amplificadores conectados a The Sunday Drivers.

Ni que decir tiene que el primer tercio del concierto se me escurrió entre el pijama pero los otros dos que aquí os relato pude disfrutarlos a pleno pulmón. Sorpresa de lo más agradecida, pues desde el verano pasado en el Low Cost Festival levantino no volvía a verlos.

Chicas y chicos guapos llegados desde todos los puntos de la comunidad abarrotaban el recinto anexo al Palacio Real y al que no hubiera estado de más colocarle el escenario justo delante. ¿Qué pasa, solo a Pink Floyd se le pueden encender las pirámides? Hubiera quedado de lo más cool.

Hace tiempo que los Sunday abandonaron ese cliché de hype indie pátrio para ganar muchos puntos en coherencia, sobre todo a raíz de la incorporación del británico Lyndon Parish a las guitarras en su último álbum “The end of the Maiden trip” (fin del viaje iniciático), título que se adapta perfectamente al momento que vive la banda y que indiscutiblemente ha cambiado la personalidad del grupo añadiéndole sabiduría y amplitud de miras.

Atrás quedan grupos por los que apostaba fuerte pero que han sucumbido a los designios multinacionales de músicos de estudio e inmensos megaestudios corporativistas sin ningún tipo de alma, véase Sidonie o el caso mas sangrante y taciturno, Lori Meyers.

Puedo asegurar, que The Sunday drivers son , en argot taurino , los únicos de la terna que no me han defraudado en ninguna ocasión, demostrando profesionalidad, una trayectoria sólida, entusiasmo y autenticidad de propuesta a partes iguales en cada uno de sus bolos, a pesar de que tampoco son la alegría de la huerta. Es lo que tienen los manchegos…

A destacar canciones como la cervecera y chicle “Do it” o “Tears & Years” de la que Jero comentó –esta muy bien para tocar aquí en el campo- así como el trío catódico “Can´t you see”, “Rainbow of colours” y “Love, our love”, pasando por la imprescindible “On my mind” o el dueto a las voces entre Lyndon y Jero “Sing when you´re happy” con la que terminaron a las doce en punto según el estricto horario no sin hacer el paripé y ofrecer un último bis consistente en “Day in , day out” y la ultra-oasis sin complejos “Little hearts attack”

Un buen show para llegar rodados y a punto a su Toledo natal donde este próximo miércoles actúan en el círculo del arte. Por supuesto con SOLD OUT colgado.

Miguel Angel Ortiz