TULSA + HOLA A TODO EL MUNDO 28ENE11 – ROCK KITCHEN

El pasado Viernes, la antigua sala KTDral rebautizada como Rock Kitchen, reunía en el mismo escenario a dos de las bandas de folk-rock más estimulantes que han surgido en España en los últimos años, en un cocktail sonoro de lo más apetecible en el que la dulzura naif de las melodías de Ari y su troupé suavizaba el desgarro lírico de las letras de Miren Iza. Pasadas las ocho y media abrieron fuego Tulsa con Aniversario de Boda, adaptación de un poema de Dylan Thomas no demasiado recomendable para candidatos a pasar por el altar, que sirvió para sentar el tono y engrasar un sonido que (puntuales distorsiones de la acústica de Miren aparte), se nota cada vez más rodado, pese a que, como reconocieron, no contaban esa noche con su baterista habitual.

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A ésta le siguieron El Duelo, Barro, preciosa defensa de la impureza como lema vital, y la práctica totalidad de su segundo disco, “Espera la pálida”, del que brillaron especialmente el blues-rock nickcaveano de Te Ofrecí y ese regusto a los Beatles que desprende la melodía de Algo ha Cambiado para Siempre. Ante la ligera desgana de cierto sector del público, más interesado en comentar la semifinal de la copa del rey que en dejarse seducir por el alto voltaje emocional de las historias que sonaban, y después de unos cincuenta minutos, la banda cerró con Carretera (única concesión a su primer album junto con Oviedo y Contigo Rozaré el Cielo). Y con su riff de guitarra desértica a lo Giant Sand repicando en la cabeza salimos a la calle a llenar de humo los pulmones mientras los chicos de HATEM se preparaban.

Ataviados con unas capas de lentejuelas que completaban un look más propio del San Francisco de los 60 que de la noche madrileña del siglo XXI y con decoración floral en los micros, a eso de las 22:00 salieron a escena Hola a todo el mundo para poner de manifiesto que referencias como Arcade Fire o Fleet Foxes no les quedan tan grandes. Abrieron con la inédita Little Boy Lost or Stevie’ song y rápidamente, coros angelicales y percusión de lo más imaginativa mediante, consiguieron contagiar al público de un vitalismo festivo que hizo sonar palmas y mover cabezas durante la hora que duro su actuación. Continuaron con Current Road y tras esta, tema a tema recorrieron al completo su único disco hasta la fecha. Acordeones, melódicas, flautas, violines, banjos, xilófonos, cascabeles, campanillas y un sin fin de cachibaches artesanales vistieron de colores un repertorio al que nadie protestaría su procedencia si le dijeran que pertenece a una banda californiana y que va del pop piscodélico más festivo (¿o es que “Choose your own adeventure” no recuerda a Animal Collective?) al folk vaquero más sentido (Hatem Prayer Team).

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Finalmente, tras una hora de cercanía escénica y buen rollo (Ana Molina no dejó de bromear con el público durante todo el concierto), cerraron la noche con una versión comunal de A Movement Between These Two para la que contaron en el escenario con los chicos de Tulsa haciendo coros, rasgando guitarras o simplemente desmelénandose con ese estribillo mántrico (“our nature is not a trap”) que nadie quería que terminara y que nos limpió el karma a los que estábamos allí. Eso sí, yo al día siguiente me pase toda la mañana escuchando discos de la Velvet.

Pepe Calderón y Santi Hernández

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