BAND OF HORSES – “INFINITE ARMS”

Qué disco más emocional, invernal y preciosista nos han regalado los chicos de Band Of Horses. Hace casi un año que fue publicado y no ha pasado desapercibido entre los más In del lugar. Sólo apto para paladares selectos.

Oriundos de la gris Seattle, rescatan el lado más luminoso de ésta, dejando una profunda huella con cada una de sus canciones de este Infinite Arms, tercer álbum de estudio de la banda.

Tras la marcha de Matt Brooke de la banda, Ben Bridwell, el jefe de todo este cotarro ha repartido las tareas y no ejerce como único arreglista en un disco en que crítica y público coinciden en que supera a sus dos anteriores con un resultado bastante más redondo y podemos decir que radiofónico.

El personal tono de voz de Bridwell y las cuidadas atmósferas marcadamente pop, son la principal seña de identidad del grupo. Los comparan con Wilco. También con My Morning Jacket. Y con razón. Ambas bandas son genuinas dentro de algo tan genérico como es el Indie, folk o pop-rock. Pero lejos de las similitudes entre sus vocalistas, yo me remontaría a los inicios. A las décadas doradas de la música, los 60 y 70. Al gusto por la melodía de los Beach Boys, al Neil Young de los Crazy Horse y el Harvest, e incluso a los inicios del power pop de los míticos Big Star y sus homónimos en los noventa, Teenage Fanclub o los Posies.

Aunque lejos de etiquetas, nos encontramos un disco brillante y muy personal. Nos encontramos a una banda que ha encontrado su camino y su sonido y que hace de la sencillez una virtud.

Abre el disco la ensoñadora “Factory” en una tremenda obra de artesanía pop, con arreglos de orquesta y una impecable ejecución que nos prepara los sentidos para el resto del viaje. “Compliments” y “Laredo” son otros dos de los puntos fuertes del disco, en sendas demostraciones del gusto de la banda por la melodía.

“Blue Beard” es una estupenda balada y “Way Back Home” un medio tiempo con retazos folk-pop y dejes vocales a lo Brian Wilson.

Le sigue la que da nombre al disco, “Infinite Arms” en una ensoñadora atmósfera llena de cuidados arreglos que calma el pulso para la siguiente perla, “Dilly”, la canción más rítmica del disco y un single en potencia.

“Evening Kitchen” es un tema acústico que vuelve a bajar la intensidad del disco para dar paso a “Older”, otra de mis favoritas y el tema más sureño del disco, con el aroma del country más melancólico.

Se repite la misma fórmula para cerrar el disco, relax en “Trudy” y explosión pop en “Northwest Apartment” para cerrar con la épica “Bartles + James”.

La banda visita nuestro país este verano tras los últimos sold out con los que se despidieron en su última gira. Se dejarán ver por el Azkena Rock Festival, en lo que parece ser fecha exclusiva. Allí estará La Casa Con Ruedas para documentarlo. No queda otra.

Como dije más arriba y vuelvo a recalcar, un estupendo álbum, sólo apto para los paladares más exquisitos.

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Guillermo Fdez.

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