Estos días son diferentes porque estoy disfrutando del nuevo disco de Extremoduro. Puede resultar exagerado, pero es así… A mí una canción me cambia la vida. Es un hándicap que arrastro ya desde hace tiempo y no lo puedo enmendar. Es como si las calles brillaran de otra manera y dieran ganas de correr por ellas saltando y provocando a la gente para que despierte de una puta vez y aprenda a sonreír para siempre. Al salir de la oficina, en la puerta del colegio donde van Julia y Mario, en la cola del pan, esperando un semáforo en rojo, destendiendo la colada, descorchando una botella de vino o mirando la televisión, cada instante, continúa sonando en mi cabeza otra vez la voz de Robe, las guitarras de Iñaki, y es un flujo de alegría que me acompaña, como digo, cada segundo a lo largo de estos días. Es un momento de placer que le deseo a todo el mundo, el de poder recrearte con un disco que te acaba encantando desde el principio.

Después de su última entrega, por cierto una pequeña obra de arte, “La ley innata”, Extremoduro nos presenta este “Material defectuoso” (Wagner, 2011) formado por seis caricias para el cuerpo que ni te cuento. Seis títulos con vida propia. Seis canciones bonitas. Seis maneras de pasarlo bien escuchando unos arreglos cojonudos, una banda de rock and roll que ya es un clásico y unos textos emotivos e ingeniosos, que pueden ser un zarpazo o una caricia, como quieras verlo, como quieras entender a un Robe Iniesta más calmado, parece, romántico, sensible, que nos enseña otra vez el arte de escribir una canción y cómo puede llegarte al corazón con letras que te golpean por detrás sin avisar y con una emoción verdadera, salvaje y que camina descalza.

Rolling Stone dice que nunca había dedicado una portada a Robe Iniesta. Por eso la compré… Y entonces leí que había nuevo disco de Extremoduro. Sorpresa. La misma tarde bajé al Corte Inglés y lo compré. Así todo seguido, incluso para escribir estas líneas con el deseo de poder compartir un gran disco de rock con todos vosotros, con las ganas de seguir apostando por la música con los brazos abiertos.

“No me amarga el sabor de la derrota;

del fracaso ya he sido compañero.

Me acurruco al calor de mis pelotas,

Y me fijo en cómo les crece el pelo.”

(“Otra inútil canción para la paz” Extremoduro)

Julio Demonio