Fue hace unos días cuando ocurrió. Conducía bordeando el mar del sur cuando de repente sonó en la radio una canción que me impresionó sobremanera. El agua golpeaba las rocas una y otra vez, y un grupo de gaviotas rodeaba la línea más alta de la montaña. La voz dijo que era un tal David Ford. Al regresar, ya en casa, busqué información sin mucho éxito en internet y me hice con las canciones de su último disco “Let the hard times roll” (2010). En las primeras horas de una mañana calurosa de agosto comencé a escucharlo tumbado en el sofá.
El tipo sabe cantar, pensé en un primer momento ¡Vaya voz! Es un disco de los buenos, cargado de sonidos dylanianos, rock, folkies, blues… Lo escuché varias veces, luego, en la oficina, en la piscina abarrotada de un hotel de la costa con los cascos puestos o haciendo cola en un supermercado del extrarradio, y cada vez que terminaba llegaba a la misma conclusión. Que es un gran trabajo y que quizás no esté lo suficientemente reconocido como, a mi parecer, se lo merece. Contiene momentos realmente intensos. Además, los textos están cuidados y cuentan historias que pueden llegar a marcarte anímicamente con una estética cercana al realismo sucio de la literatura norteamericana.
La portada del disco es muy chula y a uno lo lleva a esos anuncios de neón que adornan las carreteras oscuras y ya poco transitadas que hay en la región de Tucson, en Arizona, por ejemplo, jugando un poco, claro, con esa visión romántica del rock and roll que tanto ha sido aplaudida gracias a los libros, el cine y las canciones de Springsteen, por citar alguno, y que tanto nos gustan. Escucho “Hurricane”, casi al final del disco, y sobrecoge. En la pantalla del ordenador veo a un David Ford en estado de gracia tocando el piano en un pequeño club poco iluminado y es realmente emotivo. Su gesto es sincero y se entrega abiertamente a una banda que lo envuelve sin recelos en un huracán de emociones imposibles y certeras a la vez.
Vale la pena escuchar el tercer disco de este joven compositor que traspasa con sus canciones ese surco frágil que hay justo entre la desesperación y la terrible verdad de cada una de las cosas que nos rodean cada momento. Hazlo y no te decepcionará.