RINCONES SUCIOS: GALILEO GALILEI

La calle Galileo, la sala Galileo-Galilei, el proyecto Galileo, Queen cantando aquello de “Galileo, Galileo, Galileo Figaro, Magnifico” su nombre está presente en nuestras vidas como si no nos hubiera dejado nada más que eso  en carteles, en neones y en letra de canciones que todos escuchamos. Una imagen difusa de un barbudo del renacimiento con problemas con la Santa Madre Iglesia. Pues Galileo era un hombre barbudo, en efecto,  vivió casi más fuera que dentro del renacimiento o por lo menos muy al final de sus días y no es que tuviera problemas con la Santa Sede, es que los jesuitas se la tenían jurada.

Furores religiosos

Pisa, 1564, el sonido inclinado de las campanas llegaba hasta los oídos de una madre primeriza.  Galileo Galilei fue el mayor de sus hermanos, su padre Vicenzo era músico y matemático, algo que debía ir muy de la mano en la época y cuando el niño tenía diez años se marchó con la madre del genio a Florencia. Le dejan con un vecino, que tarda poco en quitarse a la criatura de encima, lo mete a estudiar en un convento y se lava las manos. Cuando vuelve Vicenzo se encuentra con que el niño tiene pretensiones de ingresar en el seno de la Iglesia. “Angelico” pienso yo. Una infección en el ojo, no sé si la causa de que salga un poco tuerto en los grabados y pinturas que de él se conservan, es la excusa que utiliza el progenitor para sacarlo de la vida monástica y quitarle esas quijotescas ideas de la cabeza. Luego lo inscribe en la Universidad de Pisa donde estudia filosofía, medicina y matemáticas, vamos que salió un Galileo que lo mismo nos sirve para un roto que para un descosido.

Pero con 19 años se da cuenta de que aquello de curar no es lo suyo, se centra en las matemáticas y se dedica a estudiar los movimientos pendulares, se declara seguidor de Pitágoras, de Protágoras y de Platón y se pone a redactar manifiestos, al más puro estilo 15-M, en contra de sus profesores.

Todo lo sabe

Cuando ya podemos decir que es un poco todólogo cambia la torre inclinada por el Duomo de Florencia  escribe Theoremata circa centrum gravitatis solidum, o lo que es lo mismo una especie de ensayo sobre la gravedad de los sólidos. Y aunque no le gustara mucho la medicina inventa el primer pulsímetro; o lo que es lo mismo, un aparato para medir el pulso.

Intenta buscar trabajo en la Universidad y después de varios contactos hechos con curas jesuitas y otros personajes matemáticos del momento consigue, después de varias recomendaciones y enchufes pertinentes, una maravillosa cátedra en la Universidad de Pisa, tan maravillosa como para cobrar 60 escudos al año, vamos que no llegaba siquiera a ser un mileurista de la época. Es con hambre como descubre la cicloide, los fragmentos de circunferencia que traza un punto concreto de otra más pequeña mientras gira. Además intenta hallar su área ¿para qué? Pues para hacer puentes, que si no teníamos poco con la medicina, la filosofía y las matemáticas ahora también se hace ingeniero de caminos, canales, puertos y puentes.

Continúa escuchando la historia de Galileo Galilei pinchando aquí. Además conocerás un poco más a Ana María Matute. Ana Sepúlveda y Jorge Ortega nos hablarán de Elio Benharyer, Julia Sánchez nos explicará el hipo y el bostezo, Ana García Andreu nos llevará de paseo a tomar quesos, Marta Fernández nos explicará los fracasos de Coca Cola con su publicidad y Adrián Piñel nos dará una lección de superación.

Enrique Gutiérrez

www.elrincondelaradio.com

 

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