De los británicos se dice que son puntuales. Aquí en España no nos caracterizamos precisamente por esa virtud y el viernes pasado en Gruta 77 lo pudimos comprobar.

Con esa ya sabida costumbre de empezar tarde los conciertos llegábamos, los primeros incautos, a la sala, a la hora que estaba anunciado el bolo. Las 23:00. Una hora y media después de lo anunciado comenzaban los teloneros. En fin…

Punto y aparte, fue la estupenda noche que vivimos, en lo musical, con los californianos Howlin Rain y los teloneros, Bubble Bones.

Los encargados de calentar motores fueron el trío madrileño que no dejó indiferente a nadie con su hard-rock experimental y que cumplieron la papeleta de talonear a unos grandes, como los que venían tras ellos. Abusando de wah-wah y riffs setenteros de la escuela Blue Cheer o Led Zepp, nos dejaban las orejas calentitas y se llevaban la ovación del respetable. Estemos atentos a la evolución de esta joven y pantanosa banda que pueden hacernos pasar muy buenos ratos en el futuro…

Con un inquietante y aparentemente ebrio “Toreras”, se presentaban los protagonistas de la noche. Howlin Rain. No sabemos muy bien a santo de qué les haría tanta gracia la dichosa palabra “Torera” pero fue gracioso oírles pronunciarlo con su marcado acento americano. Tras eso, empezaban atronando con “Dancers At The End Of Time”, la burrada psicodélica con la que comienza su segundo disco. La banda se muestra implacable a la hora de defender sus temas en directo y se van sucediendo las canciones de su nuevo EP “The Good Life” aliñadas con los ya clásicos de sus dos primeros albumes, en una inmejorable presentación, el escenario de un oscuro y pequeño garito como el que nos acogía esta vez.

Su pasión por el revival y los sonidos añejos lo llevan perfectamente a escena y tirando de talento e infinitos recursos iconoclastas consiguen la comunión con toda la sala, que se arrodillan ante los oradores de turno. Un par de bises para terminar y un concierto que de tan bueno se hizo corto. Si hubieran seguido tocando hasta el día siguiente allí que nos hubiéramos quedado, y es que, ante un espectáculo así, pierdes la noción espacio-temporal. Que vuelvan pronto, por dios…

Guiller Fdez.