¡Vale, vale!. La verdad que no puedes tomarte muy en serio una novela con esta portada, y mucho menos enfatizando un título que inmediatamente te lleva a pensar en la obviedad y en consecuencia en el sopor mas absoluto, pero rompo una lanza a favor de el mas vapuleado que alabado, aunque ya traducido a varios idiomas y doblemente best-seller Joseph Gelinek.

No, no se trata de un reputado literato vienés, ni tan siquiera de un escritor estrictamente profesional o pomposo filólogo. Bajo este enigmático pseudónimo se esconde un simple pianista y musicólogo, si se puede tachar a un pianista musicólogo de simple, -desde luego bastante menos que un filólogo pomposo- (*recomiendo véase cualificación académica). Además de experto en la obra del genio Ludwig Van Beethoven.

Él afirma que el sobrenombre le importa un bledo pero que en la editorial le propusieron que al “no ser nadie” quizá fuera un punto a su favor el ocultarse tras un “alter ego” tan musical y ciertamente humilde, ya que  J. Gelinek en realidad fue un pianista que osó retar al Ludwig Van a las teclas quedando con su tirada de órdago en el mas completo de los ridículos.  Su contexto estilístico se encuadra dentro de la novela negra y más concretamente la relacionada, podríamos decir con asuntos esotérico-musicales. La primera de ellas, y sin ninguna relación aparte de la música con las dos posteriores fue “La décima sinfonía”( P&J 2008 ) la cual no tuve el gusto de leer a su salida -impidiéndomelo lo descaradamente comercial que me pareció el título-. Prejuicios estúpidos. Trata sobre la hipótesis de que el citado Beethoven concluyó su sinfonía nº10 antes de su muerte, mérito que ningún otro compositor ha alcanzado en vida, supuestamente por maldiciones adyacentes al desafío que supone crear tan ingente cantidad de material sonoro. La segunda, ”El violín del diablo”(P&J 2009), y paso previo o semilla de la que nos ocupará mas extensamente versa acerca de una leyenda negra que recae sobre un mítico violín Stradivari, el cuál busca la ruina a todos y cada uno de sus poseedores, siendo el primero de ellos el legendario Niccolo Paganini, virtuoso donde los haya y primer Robert Johnson, o músico en vender su alma al diablo a cambio de talento artístico.

A lo largo de esta obra Joseph hace gala de sus amplísimos conocimientos en música clásica (término a todas luces incorrecto, aunque obviaremos matizarlo) además de los relacionados con la criminalística y el derecho, puesto que nos presenta a su Sherlock Holmes particular, el Inspector Perdomo, que además de resolver el caso que ocupa esta trama también se encarga de solventar el siguiente reto que plantea la tercera y última obra de Gelinek, la aun calentita “Morir a los 27” (Mondadori-Plaza&Janés) editada hace apenas tres meses. Y en esta web se habla de rock, ¿no?

Este último texto del español nos muestra un turbio caso paralelo al asesinato de John Lennon aunque en el presente, pero en el cual está implicado ¡el mismísimo ejecutor del ex -beatle, Mark David Chapman! Todavía encarcelado en la prisión neoyorquina de Attica. Además y para liar mas la cosa, el homicidio también esta lisérgica y paranormalmente relacionado con la llamada “maldición o club de los 27” (famosos y bonitos cadáveres como el de J.Hendrix, J.Joplin, K.Cobain, B.Jones, J.Morrison, etc…). Si a esto le sumamos, cabalística, paranoia, piratería, viajes astrales, partidas de Texas Hold´em, la santísima trinidad, fakes de copyright en nombres y títulos ciertamente… originales, hologramas, la parrilla de rock&gol, bastante Rey Lagarto y mucha, pero que mucha Beatlemanía da como resultado una novela de quinientas páginas, a veces desternillante (en el buen y en el mal sentido), a veces sorprendente (en el buen y en el mal sentido) y siempre adictiva, pues conserva el clímax y la intriga hasta los últimos momentos. Queda claro que los conocimientos de J.G. sobre el mundo de la música culta, a pesar de un mas que notable eclecticismo, sobrepasan a los del ámbito popular, pero el Inspector Perdomo, nexo de unión entre estas dos novelas encandila por su cercanía, puesto que ambas se desarrollan en el  Madrid actual ,con sus virtudes y sus problemas cotidianos reflejo de todo el país, lo cual hace que el lector se sienta cercano, identificado y a veces altamente sugestionado en los puntos mas puramente psicológicos de las tramas.

Quizá esta última novela no llega, ni creo que lo pretenda, a la sutileza, la ingenuidad o el cariño (los tiempos cambian) vertido en otras que podríamos, al igual que esta, de todos modos tachar de adolescentes como, entre otras, las deliciosas “El joven  Lennon” o “La guitarra de John Lennon” escritas por el catalán Jordi Serra i Fabra hacia finales de los ochenta.  Pero con seguridad, al lanzarte a por cada una de estas dos últimas referencias de Gelinek tu subconsciente no busca  mas que volver a encontrar esos paraísos perdidos con los que por algunos instantes consigues reencontrarte pero que sin duda nunca volverán.

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“Morir a los 27”.  Joseph Gelinek. (Mondadori-Plaza&Janés 2010). Rock & Crimen.

Miguel Ángel Ortiz