CON DELICADA ROTUNDIDEZ

Los Rotundos componen buenas canciones cuando ya casi nadie compone buenas canciones. Al menos esa es la lección que he aprendido esta noche. Buenos amigos, buen vino y en el reproductor a punto de sonar por primera vez y en exclusiva, la grabación de la primera canción compuesta por el grupo cartagenero. Música Surf que nunca se escuchará en las radio-fórmulas ni se verá en los programas que seleccionan aspirantes a Eurovisión, y eso en sí mismo ya constituye el primer éxito del grupo, pues todos sabemos que reparar averías musicales con herramientas que no son una guitarra, sólo dura un rato. Es como tratar de  recuperar el amor perdido con cualquier cosa que no sea un poema.

Habría que indicar en primer lugar que lo primero que hice cuando me pidieron estar presente en la escucha fue preguntar “¿por qué yo?”, para seguidamente informarles de lo que yo esperaba de ellos. Estas cosas ya las hablo -para evitar malentendidos- con las chicas que quieren verme dos días seguidos. Y créanme, con Los Rotundos no los hubo.

La banda está formada precisamente por un guitarra, un bajo y un batería. Ninguno baja de los 30 años y su pasión por la música les viene desde hace tanto tiempo que su ilusión por hacer buenas melodías no ha podido arrebatársela. Y es que nada se termina hasta que uno no siente que se ha terminado. Ésto ya lo enseñan los boxeadores y los enamorados.

Entre sus influencias se encuentra gente tan dispar como Motorhead, Metallica, Guns N’Roses, Lou Reed, Raimundo Amador, Rosendo, The Who, The Ramones, Iron Maiden, Wasp, Van Halen o The Ventures. Un extraño puzzle unido por el Spaghetti Western de Tarantino y Morricone. Y el resultado de todo es una colección de armonías tan oscuras y brillantes que a buen seguro, sólo serán admiradas por directores de cine que busquen bandas sonoras para Road Movies. O quizás simplemente por personas que recuerdan.

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Dentro del género del grupo, destacan en la actualidad bandas como Los Coronas o Arizona Baby. Sin embargo, yo veo a Los Rotundos con la paciencia del pescador de El viejo y el mar. Que se pesque antes y se regrese temprano a casa no significa que se pesque mejor. Los mejores peces, como las mejores canciones y yo diría que como todas las cosas en la vida –incluso las mujeres-, están siempre bien escondidas, y sólo hay que tener la tranquilidad necesaria para destaparlas. Y eso sólo Los Rotundos y Richard Hawley lo saben.

Curiosamente la delicadeza de las canciones instrumentales del crooner británico se encuentran presentes en la grabación que he escuchado hace unas pocas horas. Y mucho me temo que habrá que acostumbrarse a ver el nombre del grupo en los carteles de los mejores festivales de música del verano, como el que se acostumbra, o al menos lo intenta, a dejar de escuchar una voz.

Estoy deseando que me hagan llegar la copia del álbum para dejarlo en mi habitación, siempre a la vista, junto a mi mejor botella de vino. Para las largas noches de soledad. En el coche sonarán otros, a los que les dejaré que me acompañen en el camino corto. Con Los Rotundos me quedo para el camino largo.

P.A

 

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