A cuentagotas se siguen recibiendo copias, a las pocas tiendas especializadas, de este doble EP recopilatorio en formato cd de Burial. Allá por Primavera se anunció que los tres temas que componen Kindred (2012) solamente saldrían al mercado en edición vinilo12”, pero ahora celebramos con ansia la llegada de una edición especial venida del Japón con mezclas especiales para la ocasión que también incluye su anterior Street Halo (2011).
Diseño sobrio a cartón b/n, fino papel desplegable y típica tira obi para el mercado nipón. Eso sí, una pena que toda la info se encuentre solo en el idioma del país del sol naciente.
La fantasmagórica imagen de William Bevan, o quizá, su fantasma, se acrecenta pasito a pasito (o perdónenme la gracieta fácil) dubstep a dubstep. Desde que allá por 2008 se le nominara al prestigioso premio Mercury británico con la consiguiente respuesta de éste que podría traducirse por un sencillo “Déjenme en paz”, rechazando así las veinte mil libras adicionales, Burial sigue gozando de ese “Larger than life” del que solo unos pocos pueden presumir (perdónemen la gracieta fácil II) tras su entierro.
Desde su habitación, Burial recrea con su música un universo del que difícilmente puede extraerse sentimiento alguno, quizá por ello te estremece. Un universo de espacios carentes de luz. Sin posibilidad, por decisión propia, de interacción con otros. Mas allá que la con la imagen de cualquier after, la propuesta de William podría verse fielmente representada en un nuevo “Nighthawks” de Edward Hopper donde tomas pizza fría mientras totalmente privado percibes amnegadamente la entrada en una amenazador nuevo siglo. La música susurrándonos el signo de los tiempos.
Si hace exactamente cien años, el foxtrot arrasaba en los clubes y salas anticipando los desenfadados y felices años veinte, aun en las antípodas de presagiar la auténtica locura que se cernía tras estos, no es difícil escuchar tras estas inquietantes atmósferas de los húmedos barrios bajos londinenses dónde nos encontramos, hacia donde vamos, con una claridad hasta ahora inaudita.
Miguel Á. Ortiz