ALEX ROSS – “ESCUCHA ESTO”

Como cualquier reseña anterior a la de esta santa, con ruedas casa, cabe rememorar el gran sabor de boca que nos dejó el anterior trabajo de Alex Ross, El Ruido Eterno. Pero, lógicamente, los parámetros musicales en los que en estos días, más que nunca, se nos demanda especializarnos, se dilatan menos de lo que les gustaría a nuestros insaciables oídos. Pesarosamente consideramos oportuno no diseccionar tan magna obra en aquella ocasión.

Con su segundo Escucha esto (Seix Barral 2012) nos redimimos y os invitamos a sumergiros en la función random del i-pod de Alex Ross donde todo cabe. Metáfora de como el crítico del New Yorker, siempre ávido y versado ve hoy, con quizá demasiado optimismo el panorama musical, e intenta vendérnoslo. Un gigante cometido que el periodista resuelve con éxito.

Una lección de historia de la música, eso sí, sacando esta vez mas jugo a su carácter mas meramente popular o en relación con la cultura de masas, algo de lo cual, tuvo que renunciar en gran medida dentro de su anterior ensayo debido a la densidad de conocimientos relacionados con el ámbito, llamémosle (a todas vistas erróneamente) clásico.

Aún así, afirma sin titubear –“La música clásica es el nuevo underground, lleva muriéndose toda la vida en un circulo sin fin, pero aún sigue ahí”-, haciendo hincapié, en las obras que le volaron la sesera antes de verse introducido en los círculos independientes de Los Ángeles o Nueva York dedicando así varios fragmentos del libro a sus carnales Sonic Youth y su apasionado romance con las vanguardias europeas. Léase: Cage, al que se le dedica otra sección, Schöenberg, Varesé o C.Cardew al que Ross sorprendentemente obvia al igual que en gran medida el legado de Velvet Underground respecto a su aportación la cultura pop, ciertamente de mayor entidad si hablamos de ruido y ruptura.

Sonic Youth – Bull in the heather

Por otro lado, de manera ágil y amena analiza puntos siempre dispares y divertidos. Remarcando como las líneas de bajo han ido transformándose desde un Henry Purcell en pañales hasta “Dazed and confused” sin cambiar absolutamente nada. Rememorando con fluidez a Mission of Burma o la heróica de Beethoven en apenas un vistazo. Explicando por el camino como D.Giovanni de Mozart inspiró a Goethe comenzar su Fausto o acto seguido contando el impacto de un “Freak out!” de Zappa sobre un joven John Luther Adams, evento que lo lanzó a marcharse rumbo a Alaska con el férreo convencimiento de componer música geográfica, y demás tipos de avant-garde.
Como veis, imposible abarcar una mínima parte del anecdotario referido por Ross a lo largo de las mas de seiscientas páginas del volumen.

H.Purcell – Dido´s lament

Referencia especial a Radiohead. A través de sus viajes con la banda en su tour de 2001 intenta vislumbrar cómo éstos entienden la música y su relación con el salvaje mercado. Alusiones constantes a Messiaen o A.Berg por parte de J. Greenwood o del crónicamente insatisfecho Yorke respecto a su antiguo profesor de música Gilmore-James que dio a conocer a esos cinco chavales de Oxford toda la música experimental surgida de la posguerra. Curioso que en esta ocasión C. Mingus también sea obviado pese a la gran influencia que marca y marcó sobre la banda.

Pyramid song

En defensa del crítico, hemos de reconocer que no se olvida de otros músicos o artistas como Björk que también goza de un amplio capítulo. El fenómeno “grunge” o “alternativo” de principios de los noventa o por supuesto, de los grandes de la canción popular, entre los cuales hace hincapié en Dylan, aunque desvelándose pocas novedades o recursos a cerca del artista de Duluth.

Alex Ross cierra su nueva obra retomando la idea que expone desde su comienzo. La idea de música como llanto, como grito primario, como algo de lo cual ni el propio Nietzche supo encuadrar, intentando enmendar la imposibilidad de ello recurriendo al célebre. Sin ella, la vida sería un error.

Miguel A. Ortiz

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