VETUSTA MORLA Y SUS ÚLTIMOS Y MAGISTRALES TRAZOS DE ‘MAPAS’

FIN DE GIRA VETUSTA MORLA

TEATRO CIRCO PRICE (28OCT12)

Llevaban diez años persiguiendo sueños de cartón. Estaban a punto de dejarlo, tirar la toalla, y de repente, el pequeño salto mortal que habían dado con un su propio sello discográfico empezó a dar sus frutos. Hoy, dos discos después, muchos kilómetros hechos en una furgo, y varios saltos al otro lado del océano, Vetusta Morla son el reflejo de la constancia, la paciencia y la humildad. Huyendo de males de altura, y teniendo muy reciente las cinco Rivieras (unas 10.000 personas) que llenaron hace casi un año, el grupo de Tres Cantos lo ha vuelto a hacer. Durante este fin de semana ha colgado el cartel de “no hay entradas” en los cuatro pases ofrecidos (dos el sábado y otros dos el domingo) en el Teatro Circo Price, con motivo del fin de gira de su segundo disco, Mapas.

Foto: Pucho, de Vetusta Morla, con la Orquesta Sinfónica de Murcia (por MMC)

La de anoche era la última cita con un público, que, a muy seguro, tardará una buena temporada en volver a verlos sobre un escenario. El afán de reinvención que ha estado presente en una gira mucho más inquieta, creativamente hablando, que la de Un día en el mundo, alcanzaba en esta última cita su punto álgido. Vetusta Morla ofreció un concierto, de más de dos horas (en ese sentido, siempre son muy generosos con sus fans), dividido en tres partes, que arrancaron con Pequeño desastre animal, interpretado por Pucho y un desenchufado Guille, a la guitarra, en la soledad del espacio escénico.

A pesar de la grandilocuencia que podía desprender la presencia de la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia, en la segunda parte del directo, el concierto casi recordó a los cercanos bolos que Vetusta Morla ofrecía hace ya algunos años, en lugares como el Círculo de Arte de Toledo, en la Casa Encendida, o en el acogedor espacio del Café La Palma, ambos de la capital. La disposición del teatro, con sillas en la pista, que estaban al mismo nivel que los músicos, y que permitió que el propio Pucho se mezclase con el público, fue gran culpable de esto. Atendimos a modificaciones en las piezas, en las que ahora abundaba la cuerda frotada y los vientos de “la orquesta más solidaria de España”, como definió Pucho a los 60 músicos que han acompañado a la banda estos días. Las canciones se hicieron grandes en algunos casos (Los días raros, Maldita dulzura); se despojaron de su concepción de tema escrito para interpretar por una banda, lo que les llevó en otras ocasiones (Escudo humano, Copenhague) a perder fuerza. Eso sí, ganando belleza y elegancia, en algunos momentos, como en Sálvese quien pueda, al más puro estilo Disney.

Foto: Pucho, de Vetusta Morla, con la Orquesta Sinfónica de Murcia (por MMC)

Esta canción supuso un punto de inflexión en la noche. Fue la primera vez que el público abandonaba su asiento y se venía arriba; más incluso que con otros clásicos que habían sonado anteriormente como Autocrítica, Rey sol o Un día en el mundo. Saltaron, aplaudieron y gritaron todo tipo de exclamaciones, desde “Viva Murcia” hasta “Viva el Sahara libre”. La despedida, de esta segunda parte, vino de mano de Los días raros, que arrancó delicada, con un público, repleto de amigos y familiares, susurrando la letra, para no molestar. Pero acabó grandiosa, con la propia Virginia Martínez, directora de la Orquesta Sinfónica, saltando sobre su posición. El resto de músicos la acompañaron, ondeando arcos y entonando el “lo, lo, lo, lo…”, ya habitual en los conciertos de Vetusta.

Lo que te hace grande, abrió la última y eléctrica parte del concierto, al que, durante las cuatro citas del fin de semana, han podido tener acceso los menores de edad. Precisamente a ellos iban dedicadas algunas de las intervenciones que hizo Pucho durante la noche: “Sabemos que mañana hay cole, pero gracias por estar aquí”, no exentas de reivindicación. “No entendemos esa absurda ley que impide que los menores puedan disfrutar de un espectáculo así, justo cuando están en la edad de hacerlo”. Hubo quejas (tampoco faltaron las políticas), pero sobre todo agradecimientos. Un emocionado Pucho, muy alejado del hermetismo al que estamos acostumbrados, se dirigió a sus compañeros y explicó: “No ha sido un año fácil, en algunos aspectos, y ellos han estado aquí y me han apoyado. Gracias”.

Valiente, El hombre del saco (que propició que el equipo técnico se arrodillara ante Vetusta Morla y realizara una larga reverencia) y La cuadratura del círculo, daban por finalizado, no sólo un concierto, también una gira personal y profesional dónde, parece, han sabido interpretar bien los enrevesados mapas que han ido surgiendo en el camino. El mensaje ha quedado claro: rendirse no es una opción.

MMC

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